Aunque aún no ha sido incluido en el MSD-5 –Manual Diagnóstico y Estadístico por sus siglas en inglés—ni en la Clasificación Internacional de las Enfermedades y Trastornos relacionados con la Salud Mental realizada por la Organización Mundial de la Salud, el término es cada vez más utilizado en los tribunales cuando defender a una mujer víctima de abuso se trata.
Los factores intrínsecos adquiridos que le facilitan el sometimiento físico y emocional de la mujer a quien violenta, datan desde la crianza de la víctima, donde no se cultivaron el respeto, amor propio, autoestima y límites, en más de 50 por ciento de los casos, vienen de hogares donde el papá maltrata a la mamá y/o a los hijos, así que solo siguen perpetuando el ciclo.
Esos factores intrínsecos desarrollados, son los que utiliza el victimario para programar la psique de su presa, cultivando la culpa y haciéndola totalmente responsable de los abusos que recibe, al punto de que la mujer realmente está convencida de que merece ser golpeada o violentada de cualquier forma posible.
La víctima desarrolla problemas a nivel cognitivo muy destacables, como pensamiento pesimista, falta de concentración, distorsión de la propia imagen corporal propia, disociación y negación.
Además, conlleva a la mujer víctima de violencia a una serie de síntomas de tipo ansiógeno y depresivo como depresión, malhumor, ansiedad, ideas suicidas e insomnio; además de otros trastornos del estado anímico como adicciones o de conducta alimentaria.
Y es que, a pesar de los discursos, las marchas y el multi mencionado empoderamiento femenino, falta mucha información respecto a este tema ya que hoy en día se cuestiona más a la víctima por parte de la misma sociedad de “¿por qué no lo deja?” que al mismo agresor por sus violencias.
Incluso, en los entes de procuración de justicias permea la revictimización, el no querer atender las denuncias y el no brindar medidas de protección eficaces.
Urge la generación de políticas públicas integrales para la atención de las víctimas a fin de que logren adquirir las herramientas de liberación psicológica de las cadenas invisibles que se les impone por la violencia ejercida sistemáticamente durante años.
Una mujer liberada del yugo psicológico de la violencia, difícilmente será una víctima mortal.
** La autora es criminóloga, periodista y estratega en comunicación en materia de seguridad y salud.