Hay una expresión dura, pero muy ad hoc utilizada por los anglos vecinos: “you can’t polish a turd”. No puedes pulir un “mojón” para hacerlo algo mejor. El material malo, o sea, la materia fecal, aunque se limpie y se perfume, mojón se queda.
Su más reciente embarrada, en el contexto de una visita con aspiracionales en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, muestra de nueva cuenta su veta racista y clasista, misma que no se puede ocultar ni con todos los huipiles del mundo:
“Hay una cultura distinta en el sureste del país… cuando trabajaba con Fox quisieron instalar maquiladoras en San Cristóbal de las Casas y les dije que iba a ser un fracaso, nadie va a ir a trabajar ocho horas seguidas porque no es su cultura”.
Xóchitl Gálvez, Senadora Panista
En el marco de un cambio sistémico en la manera en que los mexicanos concebimos las rancias y añejas estructuras racistas, clasistas y supremacistas que existen en nuestro país, las palabras de Xóchitl, mismas que se repiten desde hace décadas, cuando fue funcionaria en el gobierno de Fox y se mofó de los indígenas señalando que no querían educación no hacen más que hundirla.
Cómo fenómeno político y mediático, Gálvez tendrá menos relevancia en el futuro inmediato que programas cómo “La Casa de los Famosos”. Es probable que en un año sigamos viendo en medios a personajes cómo Sergio Mayer y Wendy. De Xóchitl, en 12 meses, nadie se acordará y las palabras grotescas que brotan a borbotones cómo aguas negras de cloaca contribuirán al olvido. ¿Alguien se acuerda, por ejemplo, de Vásquez Mota o “Pepe” Meade”?