Usamos la palabra poder en la vida cotidiana, la palabra proviene de Potere, que deriva de la expresión pote eso (puede ser) o es posible, es decir es la capacidad de hacer que algo sea posible.
Este se puede encarnar en una persona o en un grupo, los poderosos, estas fuerzas pueden ser sociales, políticas, económicas, etc.
En México y el mundo está encarnado supuestamente en la autoridad política, pero lamentablemente hay poderes ocultos que influyen directamente en que las cosas pasen o dejen de pasar, que se muevan a conveniencia de grupos pequeños y generalmente están en los que cuentan con la capacidad económica, lo que conlleva a una lucha de fuerzas con los poderes sociales y políticos principalmente.
Mucha gente cree que en verdad en las elecciones elegimos por el pleno poder para que orienten los destinos del país en beneficio de todos, pero lamentablemente en la historia de nuestro país esa es una idea aun primitiva, pues los poderes fácticos realmente son quienes deciden incluso sobre las decisiones políticas del país, los movimientos sociales han intentado revertir la situación pero lamentablemente las minorías fácticas al disponer de gran poder económico influyen en sectores importantes de la sociedad a partir de sus creencias, haciendo uso de instrumentos ideológicos que impactan directamente en su forma de percibir su día a día, sometiéndolos primero con la idea de que el bienestar está forzosamente asociado al factor económico, lo hacen a través del uso del miedo, de aprovechar la ignorancia de la sociedad de su propio origen e historia, de sus derechos y capacidad en conjunto.
Además hay un factor muy importante que debemos tomar en cuenta, el poder enferma, corrompe y puede transformar a los poderosos en personas completamente distintas una vez que se hacen conscientes de sus capacidad y alcances para poder controlar los destinos de las personas.
Muy pocos líderes sociales mantienen sus ideales firmes, su congruencia para intentar llevar a cabo sus propósitos por el bien social, pero lamentablemente estos líderes son denostados por los poderes fácticos a partir de los medios y las fuerzas políticas opuestas.
Estos personajes no se hacen en serie, pues las estructuras socioeconómicas no permiten que el individuo pueda perseguir ideales de justicia y equidad ya que la propia estructura se vería vulnerada, por lo que es importante considerar que el verdadero poder debe estar en la sociedad, que en su conjunto debería estar fuerte para asumir la responsabilidad de contrarrestar a los poderes fácticos, para ello es necesario no solo tomar partido de los grupos políticos, sino generar la unidad, entendimiento, conciencia para gestar una agenda común por el bien de todos, no de los que creen que los representan.
Esto es importante tomarlo en cuenta, porque más allá de que seamos afines a banderas políticas claras, nosotros debemos ser quienes definamos las necesidades para que se vuelvan estrategias de estos lideres, no ellos quienes hagan las promesas con las necesidades que consideren a su punto de vista fundamentales.
Como el poder no se hereda, los liderazgos tampoco, es fundamental ahora más que nunca la fuerza social, porque lo único que si se transmite a las nuevas generaciones es la historia, la dignidad y la identidad, por eso es responsabilidad de la sociedad mantenerse unida, fuerte para que quienes gobiernen siempre estén bajo el mando del pueblo.
Vencer a los poderes fácticos parece una idea imposible, pero como su única fuerza e ideología es el dinero, las estrategias para poder debilitarlos es dejar de consumir sus productos, sus mensajes, sus productos de “entretenimiento”, dejar de verlos como fuertes o superiores y comenzar a demostrar a quienes se mantienen sometidos por ellos, que la fuerza del pueblo es superior a la de cualquier invasor, empresario o medio que someten a la gente.
Seamos sensibles y veamos desde ahora con quienes se reúnen los prospectos que buscan el poder, cual es el alcance social que tienen a partir no solo de sus palabras sino de sus acciones, incluso seamos observadores, midamos hasta el más mínimo comportamiento con relación al otro buscando siempre encontrar la claridad, empatía, cercanía y honestidad que es fundamental para podernos sentir seguros de que estamos bien representados.
Esto es el inicio apenas, la cohesión social es fundamental para dar el siguiente paso, unidos, comunicados, informados y sin caer en cegueras o complicidades podremos definir el destino común que nos haga librarnos de los pequeños grupos que nos estorban para el pleno desarrollo como país.
Estemos atentos, la lucha no es de un grupo, es de todos.