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En franco deterioro

Miguel Martín nos habla de los cambios del lenguaje del día a día.

En otras oportunidades he argumentado ampliamente para rebatir la aseveración de que la lengua española está siendo destrozada, pervertida y demás expresiones catastrofistas. Nada más lejos de la realidad. Lo que hay es evolución constante en función de las necesidades de los hablantes. Si hay intentos de cambiar formas expresivas que provengan de grupos con tal o cual ideología política, o incluso de gobiernos que legislen para su implementación; serán siempre los hablantes quienes decidirán si satisfacen sus necesidades para comunicarse entre sí. Todo este proceso es más natural de lo que pudiera parecer a ojos y oídos de quienes pretenden analizar o criticar el devenir de la lengua, pero que no cuentan con la perspectiva que aporta la lingüística.

Sin embargo, en las redes sociales se atestiguan fenómenos muy curiosos que nos pueden llevar a elaborar algunas hipótesis, tal vez no sobre la generalidad de la lengua, sino sobre un cierto deterioro en las capacidades expresivas de los hablantes en particular, tomando como muestra significativa a los creadores del contenido que puebla dichas redes. Debemos recordar que estos medios cibernéticos de interacción global convierten a cualquier usuario en potencial creador de contenido que las alimenta y que se comparte de manera pública e irrestricta, por lo que, en este nuevo paradigma de la comunicación de masas, todos quedamos expuestos con nuestras fortalezas y debilidades en lo que a trasmitir el pensamiento se refiere.

Para ser un poco más concreto, vamos abriendo boca con un ejemplo. En un video de YouTube que trataba sobre la conducta errática del portero del equipo Tigres UANL, Nahuel Guzmán, en un cierto pasaje, el joven creador de contenido decía: «Uno de los Bandamax del equipo…». Increíblemente cambió la palabra “mandamases”, que es lo que realmente quiso decir para referirse a un directivo; por el nombre de un canal de televisión por cable dedicado a la música de banda y norteña.

Hay ocasiones en que se oyen decir expresiones que tradicionalmente tenían una estructura muy concreta como frases hechas, pero que sin embargo quedan alteradas en alguno de sus elementos. Un ejemplo de esto puede ser la expresión «Pegó el grito en el cielo». La versión original de esta frase era “poner el grito en el cielo”. Probablemente, la nueva versión que se suele escuchar está influida por “pegar de gritos”, que es otra menos recurrente.

En otras ocasiones, resulta muy evidente cuando se utiliza una palabra que no es propia del léxico del hablante, no se conoce con certeza el significado ni tampoco la pronunciación, a pesar de que ni siquiera se trate de un extranjerismo. Ejemplo: «Imagínate manejar semejante armatroste». La palabra que el joven youtuber buscaba era “armatoste”. Muy probablemente, el complicar de cierta forma la morfología de la palabra, refleja en la mente del hablante una cierta propiedad inherente a aquello a lo que el término en cuestión se refiere; en este caso, podría ser la de un artilugio complejo y pesado.

Otros ejemplos de esto ocurren cuando se sustituyen fonemas y esto resulta imperceptible a la comunidad, porque igualmente su inventario léxico es ciertamente pobre y no advierten esos cambios, dado que se trata de palabras que probablemente jamás han tenido la necesidad de utilizar. Recientemente escuché a un youtuber español decir «motus» en vez de “modus operandi” y a otro mexicano decir: «Parecía que había consumido asteroides». Cabe aclarar que se refería a “esteroides” y al aspecto físico de una persona, ya que la frase pudiera tener coherencia en el campo de la astronomía.

El uso de conectores y preposiciones también suele suscitar confusiones que llevan a su aplicación incorrecta. He escuchado versiones alternativas de frases que anteriormente no experimentaban cambio alguno. A continuación, una breve tabla en que listo algunos de los casos más recurrentes que suelo encontrar. Este tipo de alteraciones no solo se escucha por parte de creadores de contenido jóvenes y sin formación, sino que en general se extienden dentro de diversos ámbitos y no tienen distingo de estrato social ni campo profesional.

Versión “alternativa”Versión correcta
«así es de que…»«así es que…»
«le dije que no fuera, pero está por demás»«le dije que no fuera, pero está de más»
«en base a lo anterior…»«con base en lo anterior…»
«esas adicciones pueden conllevar al suicidio»«esas adicciones pueden conducir al suicidio»
«ella le cree de pies juntillas»«ella le cree a pies juntillas»

Aunque esta serie de ensayos ha reparado muy poco en las cuestiones ortográficas, es también pertinente ocuparnos un poco en la acentuación. Observo que es actualmente muy común acentuar la última sílaba en verbos conjugados en primera persona y presente simple indicativo. Ejemplos: «Ahorita te confirmó», «Quedó atento a sus observaciones», «Yo le pagó al taxista», «Yo llevó la ensalada». Más allá de posibles explicaciones que podrían relacionarse con la falta de pericia para escribir en las pantallas táctiles, si trasladamos el análisis al ámbito de la lengua hablada, se mantiene la constante de no relacionar la sílaba fonéticamente acentuada con la tilde. De la misma manera en que la tilde pareciera para algunos un adorno que se coloca aleatoriamente sobre algunas vocales a la hora de escribir; a la hora de leerlo, se ignora su función y se pronuncian cosas como las que a continuación se muestran en transcripción fonética. El símbolo de apóstrofe se encuentra detrás de la sílaba acentuada.

Solórzano /solor’sano/, Hernán /’ernan/ Cortés /’kortes/, Eurípides /euri’pides/, páramo /pa’ramo/, níspero /nis’pero/, Heráclito /era’klito/, tácito /ta’sito/.

Una constante que se observa es que, ante la falta de una certeza sobre cómo se acentúa la palabra, y sin que les sea significativa la presencia de la tilde al verla escrita, ya que muchos vocablos griegos tienen una acentuación esdrújula, los hablantes que caen en esta incorrección tienden a irse a la segura con respecto a lo más típico del idioma español, que es acentuar los polisílabos como graves, es decir; en la penúltima sílaba.

En virtud de todos los ejemplos anteriormente citados, podemos primeramente postular que sí hay alteraciones a la morfología de las palabras y también a la sintaxis, por medio de la cual se organizan. Sin embargo, se trata de vicios inconscientes y no de alteraciones intencionadas que busquen alguna reivindicación de carácter ideológico. No se trata de embates dirigidos al estatu quo de la lengua por considerar que se le deben cambiar cosas para atender a tal o cual grupo vituperado o invisibilizado por estructuras de poder que se reflejan en la misma. Sin embargo, lo que sí se atestigua es un manejo deficiente de cuestiones muy básicas. ¿Es entonces la lengua o la sociedad como estructura lo que está en deterioro? Más bien, lo que está en deterioro, en todo caso, es la capacidad de aprendizaje y manejo de su propio idioma por parte de muchos hablantes, y por lo que se atestigua en muchos de los ejemplos; mayoritariamente jóvenes. Esto resulta paradójico si contemplamos que se trata de las generaciones nativas digitales, que tienen normalizado el tener en todo momento la interconexión a nivel global y la facultad de acceder a cualquier tipo de información en tiempo real, lo que algunos utopistas de tiempos pretéritos consideraban que sería “la sociedad de la información”. Sin embargo, y citando al teórico catalán Antony Brei, al menos en lo que al manejo de la propia lengua se refiere, se trata de “la sociedad de la ignorancia”; o bien, de la era posliteraria que propuso Mark Fisher.

Tengo una hipótesis para este fenómeno, que, como no podría ser de otra forma, es de naturaleza política. Considero que, en Latinoamérica, el neoliberalismo, al pauperizar la educación, la calidad de contenidos en la comunicación de masas, así como los salarios y por tanto la vida familiar en general; propició un alejamiento entre las generaciones. Los niños y jóvenes aprendieron más a hablar a través de la televisión y el internet que dialogando con sus padres y hermanos. La jerga juvenil de este momento, más allá de sus modismos y memes estandarizados, padece de importantes deficiencias gramaticales. Es por eso que las frases hechas o incluso refranes han ido sufriendo alteraciones, porque realmente no formaron parte del vocabulario básico de los jóvenes al interior de sus familias. Sin embargo, paradójicamente, muchos integrantes de estas nuevas generaciones ostentan la creencia de que son más inteligentes que aquellos a quienes peyorativamente llaman ‘boomers’ tan solo porque estos últimos no entienden sus códigos generados en redes sociales.

Esto no es una alerta ni el planteamiento de un problema a resolver. Como lingüista, atestiguo, tomo nota de los fenómenos que pasan frente a mí y doy cuenta de ellos. Eso sí, mi intención es establecer un punto de partida para la reflexión y para enfocarnos en problemas sociales más inmediatos que los que la propaganda reaccionaria pretende ponernos enfrente.

X: @miguelmartinfe

YouTube: Al Aire con Miguel Martín

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