Un fuerte terremoto de magnitud 7.5 sacudió Taiwán en la mañana del miércoles, dejando un rastro de destrucción, víctimas y caos en varias regiones del país. El epicentro del temblor se situó frente a la costa del condado montañoso de Hualien, desencadenando una serie de deslizamientos de tierra, colapsos de edificios y pánico entre la población.
El sismo, el más potente en un cuarto de siglo en Taiwán, cobró la vida de al menos nueve personas y dejó a decenas más heridas. Además, numerosas personas quedaron atrapadas en canteras y se perdió contacto con otras en minibuses dentro del Parque Nacional Taroko, donde las redes telefónicas colapsaron.
La magnitud del desastre se evidenció en los daños materiales, con más de 24 deslizamientos de tierra y graves afectaciones a carreteras, puentes y túneles. Las imágenes de televisión mostraron edificios inclinados, plantas bajas aplastadas y residentes siendo rescatados por vecinos y equipos de emergencia.
A pesar de la preparación de Taiwán para eventos sísmicos, la magnitud del terremoto tomó por sorpresa a muchos. La capital, Taipéi, también sintió el impacto con la caída de tejas de edificios y la evacuación de escuelas.
El tráfico quedó paralizado en la costa este de la isla debido a los daños en la infraestructura vial, y los servicios de trenes y metro fueron suspendidos. Aunque se activó una alerta de tsunami, esta fue posteriormente cancelada.
Taiwán, ubicada en el Cinturón de Fuego del Pacífico, se enfrenta periódicamente a eventos sísmicos, pero este terremoto en particular ha generado una de las mayores crisis en décadas.