Estados Unidos llevó a cabo ataques aéreos contra tres instalaciones nucleares clave de Irán —Fordo, Isfahan y Natanz— en una audaz escalada militar que marca su entrada directa en el conflicto entre Israel y la República Islámica. El presidente Donald Trump confirmó la operación en un mensaje en redes sociales, asegurando que los objetivos fueron alcanzados y que todos los aviones involucrados regresaron a salvo.
La Organización de Energía Atómica de Irán reconoció los ataques, pero afirmó en un comunicado que su programa nuclear no se detendrá: “Con los esfuerzos de miles de científicos y expertos revolucionarios, no permitiremos que el desarrollo de esta industria nacional, fruto de la sangre de los mártires nucleares, sea interrumpido”.
La ofensiva estadounidense, coordinada con Israel, tuvo como objetivo destruir instalaciones nucleares fuertemente protegidas, utilizando bombas “bunker buster” de 30,000 libras lanzadas por aviones furtivos, así como misiles Tomahawk disparados desde submarinos. Según reportes, el sitio más afectado fue Fordo, una instalación subterránea clave para el enriquecimiento de uranio.
Trump calificó la operación como un “momento histórico” y anunció que dirigirá un mensaje a la nación. Mientras tanto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, elogió la decisión de Washington, afirmando que “cambiará la historia” y que Estados Unidos “hizo lo que ningún otro país podía hacer”.
La escalada militar ocurre después de más de una semana de ataques israelíes contra las defensas aéreas y capacidades misilísticas de Irán. Teherán ha amenazado con represalias, lo que aumenta el temor a un conflicto regional más amplio.