Con apenas unos cuantos miles de sus seguidores “libertarios”, base “dura” de los votantes que lo llevaron a la presidencia, así tomó posesión Javier Milei cómo presidente de Argentina.
En un discurso lúgubre, todavía con algunos aplausos de sus fans, Milei enfatizó que su gobierno “no tiene dinero”, agregando que falta el “último trago amargo” económico.
Atrás quedaron los discursos contra la “casta” política. Milei, acompañado de su hermana y un bastón con la representación de sus cinco perros mascota, recibió a la crema y nata de la casta fascistoide internacional: el todavía presidente de Ucrania Volodymir Zelezky, el presidente de Hungría Viktor Orban, el ex mandatario de Brasil Jair Bolsonaro y representantes de la “realeza” española, entre otros.
Tras adelantar las malas noticias económicas que se vienen para Argentina en los próximos meses, Milei concluyó su diatriba con su eslogan “¡Viva la libertad, carajo!”, sin especificar a que tipo de “libertad” se refiere.